domingo, 30 de octubre de 2011

Momo

Momo es una chica huérfana con una habilidad muy curiosa: saber escuchar. Los que hablan con ella encuentran soluciones a todos sus problemas, tienen grandes ideas, y, en el caso de los niños, se les ocurren juegos novedosos e interesantes.
Sin embargo, un día aparecen unos extraños hombres de gris que aparecen y desaparecen sin dejar más rastro que la idea de ahorrar tiempo. La idea es conseguir una vida mejor, y para ello es necesario trabajar más, más rápido y mucho mejor. Por supuesto, los juegos, charlas o cualquier tipo de entretenimiento se consideran tiempo perdido.
Cuando Momo y sus amigos se dan cuenta de lo que ocurre, empieza una lucha casi imposible por recuperar el antiguo estilo de vida tranquilo, sosegado y alegre. Pero los hombres grises no están nada dispuestos a perder todo el tiempo que los habitantes del pueblo les están entregando.
Este libro de Michael Ende es un clásico de la literatura infantil. Sin embargo, yo no diría que se trate simplemente de literatura para niños. Se trata de una lectura apta para todos los públicos, y cada vez nos llega un significado algo distinto.
A medida que lo iba leyendo, iba dándome cuenta de lo tristes que son nuestras vidas. Somos víctimas de los hombres grises, acostumbrados a pensar en conceptos de beneficio y eficiencia. La imaginación está infravalorada cuando no se considera como algo perjudicial una vez que te has convertido en adulto.
Dentro del libro, asistimos a un lento proceso de pérdida de humanidad, que culmina en la construcción de casas iguales dentro de calles iguales en barrios exactamente idénticos. Porque que cada persona se pare a pensar en cómo podría decorar su casa sería una pérdida de tiempo. Se trata de una crítica muy clara a la industrialización, a la fiebre del consumismo de la que ya nadie escapa.


Sin embargo, los que más sufren son los niños. Esos niños que aún no comprenden por qué hay que trabajar, ni por qué sus padres los dejan solos para pasar horas extra en sus oficinas, para ganar más dinero. Unos niños que solo desean jugar, ser felices y pasar el tiempo con las personas a las que quieren. Pero esas personas ya no tienen tiempo para ellos, así que intentan suplir su ausencia mediante juguetes caros a los que los niños se aferran como único símbolo del amor que suponen que sus padres aún sienten por ellos... aunque ya no tengan tiempo para mostrárselo.
Y aquí se encuentra el tema principal del libro. Algo que me resulta tan familiar, que parece casi mentira que no pudiera relacionar ideas. El tiempo.
En todo el libro hay una antítesis clara entre la visión que tienen los niños y los adultos del tiempo. ¿Nunca habéis notado cómo cada vez los años se nos pasan más rápido? Sin embargo, no sé a vosotros, pero a mí, cuando era niña, los años se me hacían eternos. Recuerdo la primera vez que me di cuenta de que el tiempo cambiaba, y desde entonces, no ha parado. Como si alguien me robara las horas de los días. Como si esos hombres grises existieran de verdad.
De niños vivíamos mucho más. Porque, de algún modo, teníamos más tiempo. Tiempo para trabajar, estudiar... y tiempo para jugar y disfrutar. Pero cada vez damos menos importancia a esta última parte. Como si disfrutar de la vida no fuera importante. Y sin embargo, los momentos en los que no disfrutas son minutos, horas, días robados de tu vida.
Eso es algo que los niños saben muy bien. Lo importante es ser feliz. Quizá por eso, en el libro, los hombres grises no logran vencer verdaderamente a los niños, sino que solo pueden controlarlos a través de sus padres.
Ese es en verdad el auténtico mensaje del libro, a mi entender. El tiempo que no se disfruta, no se ha vivido.
Por eso, mi ejemplo a seguir es Beppo. El Barrendero. Ese hombre que disfruta con su trabajo, por muy insignificante o monótono que parezca. Ya que tenemos que pasar el tiempo dedicándolo a “cosas serias”, ¿por qué no disfrutarlo?
Y para terminar, quisiera hacer una pregunta a aquellos que hayan leído Momo. ¿Quién creéis que puede ser el Maestro Hora? ¿Y Casiopea? Yo tengo una idea pero antes... quisiera escuchar vuestras opiniones.

domingo, 28 de agosto de 2011

Indigno de ser humano

¿Quién es Yozo? Sus compañeros de instituto lo recuerdan como el gracioso de la clase; para su padre fue alguien incapaz de satisfacerlo; para las mujeres con las que compartió parte de su vida, un ángel; para el Osamu Dazai (autor de la obra, aunque en este caso actúa como personaje ficticio) que contempla sus fotografías, “le falta el peso de la sangre, la aspereza de la vida”. Y para Yozo, Yozo es indigno de ser humano, alguien mucho peor (pero también mucho mejor) que el resto de la sociedad.

Yozo se revela a sí mismo como un monstruo que, mientras puede, se oculta bajo la máscara de una sonrisa amable o una fingida inocencia. Incapaz de confiar en  nadie ni en cumplir con las expectativas que sus acomodados progenitores tenían para con él, Yozo no fue capaz de denunciar a las criadas de abusaron de él en su más tierna infancia. Decidió seguir ocultándose bajo su perfecta máscara, una máscara que no dejaba ver sus inquietudes, su desamparo, su miedo… Mientras que secretamente dibuja una y otra vez su horrible autorretrato, cada vez más grotesco, más deforme, más carente de humanidad. Así es cómo se ve él.

Suicida sin vocación, ahogado en alcohol y morfina, solo consigue subsistir gracias al apoyo incondicional que le brindan diferentes mujeres. Ninguna lo consideró un monstruo, culpaban de su situación a su familia la sociedad… pero nunca a Yozo. Aun así no parece que consiguieran salvarlo del círculo de autodestrucción en el que había caído por ser quien decía ser: Un monstruo, indigno de ser humano.

Así es cómo se ve Yozo a sí mismo, según el anime Aoi Bungaku
La lectura de este libro me resultó terriblemente dolorosa. Ni siquiera estoy segura de haber hecho bien leyéndolo. Quizás lo más sabio hubiese sido no hacerlo, pero lo hecho, hecho está.

No podía evitar sentir lástima y compasión por Yozo. No voy a decir que con toda seguridad era el ángel del que sus mujeres nos hablan, pero sí me parece que sufrió demasiado. Y, aunque resulte egocéntrico, no puedo evitar compartir parte de su sufrimiento. En ocasiones sentía que el relato de Yozo mostraba mis propios temores y miedos. Mi inseguridad, mi máscara, mi desconfianza, mi imagen de monstruo, el mejor y el peor de los seres humanos, indigna de ser uno de ellos.

Cierto es que no he pasado por tanto como el protagonista de la novela (a Dios gracias), pero hay puntos en común que ha conseguido que se me hiele la sangre y me han inculcado un horror que ninguna historia de fantasmas ha conseguido causarme jamás. Porque no se trata de un miedo irracional a alguna criatura inexistente, sino el miedo a uno mismo. El tener que enfrentarse al día a día, a tu monstruo interior que se ceba en tu felicidad y tu autoestima.

Es algo que si no se ha vivido, no es fácil de comprender.

Y, paradójicamente, no es muy recomendable que quienes puedan entenderlo pasen sus hora libres regodeándose en un propia desgracia, con una obra de este tipo.

Si bien es la segunda obra más vendida en la historia de Japón, quizás no debiese haberse escrito. Quién sabe.

Osamu Dazai también sufría el peso de la máscara, y fue incapaz de vencer a su monstruo. Tras una vida turbulenta, se suicidó antes de cumplir los 39 años.

¿Me equivoco al pensar que Yozo no es más que el alter ego de Osamu Dazai?

jueves, 21 de abril de 2011

Mon (La puerta)

¿Os gustan las historias de amor apasionado? Esas en las que los amantes deben poner a prueba sus sentimientos enfrentándose a las situaciones más rocambolescas y adversas, movidos únicamente por el deseo y la pasión, siendo la recompensa la mano de la otra persona...

A mí no. Siempre me he preguntado qué habría detrás del beso final. ¿Podrían ser capaces de seguir amándose en un entorno distinto al del primer momento? ¿Qué será de ese amor cuando la monotonía y la convivencia diaria pongan fin a la pasión y quede solo la costumbre? ¿Serán capaces de envejecer juntos, de mantenerse impasibles ante la pérdida de la juventud y la belleza? Cuando todo esto ocurra, ¿seguirán juntos?

Nunca me pareció que esas historias tratasen sobre el amor verdadero, siempre parecían hablar sobre algo tan visceral como pasajero, amor tan fogoso que se consume a sí mismo y del que pronto no quedarán más que cenizas...

Sosuke y Oyone son un joven matrimonio que ya ha perdido la pasión. En el umbral de la pobreza, se ven obligados a acoger en su hogar a Koroku, hermano pequeño de Sosuke y a costear sus caros estudios universitarios.

Portada de la edición española


La morada de la pareja protagonista de Mon (La puerta) está impregnada de melancolía y desesperanza. Con tanta parsimonia y delicadeza como nerviosismo y desazón, el autor japonés Natsume Soseki irá revelando sobre qué cimientos se ha construido la amarga felicidad de Sosuke y Oyone. Un halo de angustioso misterio cubre el pasado y el presente de esta pequeña familia, refugiada en la monotonía del día a día y corrida por los remordimientos y la culpa, cuyo origen no se puede sino intuir, pues el escritor no lo pronunciará de forma explícita.

En un ambiente tan desesperanzador como es el marco en el que se desarrolla la historia, me sorprendió lo que llegué a encontrar. El incendio ya había pasado, pero aún quedan unas brasas que, si bien ya no arden como antes, son aun más difíciles de apagar. Para muchos, la base de esta obra es la crisis en la que viven personajes. Para mí, la esencia era la tenue pero cálida llama del cariño que se profesan Sosuke y Oyone.

Cómo se buscan, se preocupan, se aceptan con todos sus defectos, se sacrifican por el otro… Parece que no hay decisión que no tome uno sin que el otro esté en su pensamiento. La situación les es adversa en muchos sentidos; su propio amor les ha propiciado sus desdichas. Pero son conscientes de que son cuánto necesitan para ser felices. Por muy difícil que sea, Sosuke sin Oyone y Oyone sin Sosuke no estarían completos

Portada de la edición japonesa
Es un amor delicado, pero inquebrantable, capaz de superar no solo el ostracismo, la vergüenza o el pecado, sino también el tiempo, la monotonía, los defectos.

Viviendo en una sociedad en la que el amor se ha convertido en algo trivial y superficial, este libro me ha mostrado un amor más real que cualquier otro.

jueves, 7 de abril de 2011

La materia oscura

Existen libros para disfrutar, libros para pensar y libros para estudiar. La materia oscura de Philip Pullman es una mezcla de estas tres cosas.


La trama de estos tres libros (Luces del norte, La daga y El catalejo lacado) se basa en la ya famosa teoría de los "multiversos", es decir, de la existencia de múltiples universos paralelos al nuestro, que coexisten en el espacio y el tiempo pero en diferentes planos.

En uno de estos mundos vive Lyra, la protagonista principal de estas tres novelas. En su Oxford natal, esta huérfana de once años descubre accidentalmente la existencia de una partícula considerada herética por la poderosa Iglesia de su mundo: el Polvo. A partir de su descubrimiento, Lyra se ve envuelta en una red de intrigas, secuestros, viajes y aventuras que la llevarán a dejar atrás su niñez, entrando en el mundo de los adultos, madurando y perdiendo la inocencia por el camino.

Uno de los rasgos más característicos de estas novelas es el hecho de que en el mundo de Lyra son los daimonios, una parte del alma de las personas que habita fuera de ellas. Durante la niñez y la adolescencia estos daimonios cambian de forma a placer, siemrpe imitando a los animales. Sin embargo, durante la adolescencia su aspecto se empieza a fijar hasta establecerse con una única apariencia animal que refleja la personalidad del humano.

Me gustaron especialmente los personajes que van apareciendo paulatinamente durante las novelas. No son personajes planos, sino con sus muchos defectos y también virtudes. A primera vista uno puede no darse cuenta, pero se nota especialmente cuanto más se ahonda en ellos.
Es necesario aclarar que, si bien es una novela orientada a un público joven, contiene una gran cantidad de referencias y citas a diferentes autores como John Milton. Esto es debido a que, a pesar de su apariencia de novela juvenil, el autor te obliga a plantearte diferentes problemas existenciales y teológicos.

Nunca habría imaginado que en una novela de aventuras terminara por preguntarme sobre la expulsión del hombre del Edén, el origen del pecado y su naturaleza, así como la función de la religión.

Personalmente, dudo que yo haya logrado entender la gran cantidad de alegorías del libro, al igual que algunos puntos me parecen un poco flojos. Más bien diría que están poco desarrollados, y debería habérselos ahorrado. Quizá se explique más tarde en otros libros relacionados que ha escrito y está escribiendo ahora mismo.

Mi conclusión fue que, según los libros, el Pecado Original fue un acontecimiento afortunado para el hombre. Pullman defiende fervientemente que este momento significó la liberación del intelecto humano. Cuando Adán y Eva probaron el fruto prohibido que la serpiente, eterno símbolo de la sabiduría, les ofrece; su conciencia se liberó, adquirieron Conocimiento. Esto simbolizaría el paso de la infancia a la adultez, a una madurez mental que nos libera de la ignorancia, arrebatándonos, de paso, la inocencia.

Es aquí donde, personalmente, me encuentro en una encrucijada. Dicen que la ignorancia nos da la felicidad, y como ejemplo gráfico están Adán y Eva, inocentes y felices en el Paraíso. Sin embargo, también recoge la Biblia que solo la verdad nos hace libres.

Ese es el punto clave, en el que Pullman se inclina claramente por la libertad y el conocimiento. La conciencia antes de la ignorancia, aunque eso conlleve ciertos sufrimientos.

No es como si pudiéramos escoger de todas formas: el ser humano está marcado por el Pecado desde que Adán y Eva tomaron su decisión por todos nosotros. No hay vuelta atrás... no parece existir un redentor en el mundo de Lyra como el Jesús del Cristianismo. Los humanos están sentenciados y eso me recuerda al pasaje de la Biblia en el que Dios manda a un ángel con una espada de fuego para asegurarse de que no volvemos al mundo de felicidad que un día rechazamos.

Y sin embargo, si tuvierais la oportunidad.... ¿qué escogeríais?

jueves, 24 de marzo de 2011

El club de la buena estrella

Todas las madres desean que sus hijas sean lo que ellas no pudieron ser. Todas las hijas desean que sus madres se den cuenta de que no son la misma persona.

Poco después de que la chino-americana Amy Tan emprendiese su carrera como escritora, su madre calló gravemente enferma. Su relación había sido siempre muy difícil, pero aun así Amy le prometió llevarla de viaje a su China natal si recobraba la salud. Gracias a este viaje, Amy descubrió facetas de su madre que jamás hubiera imaginado y no solo pudo comprenderla mejor, sino que le inspiró su obra más conocida, El club de la buena estrella.

Suyuan, An-Mei,  Lindo y Ying-Ying, quienes en su juventud  emigraron a Estados Unidos a causa de la guerra en China, se reúnen regularmente para jugar al mah-jong y celebrar unas pequeñas fiestas con la que pretenden ser más felices; una de las muchas formas por las que intentan mantener vivo el vínculo que las une a su país de origen.

June, Rose, Waverly y Lena no entienden por qué sus madres siguen viviendo en país que dejaron muchos años atrás, incapaces de adaptarse a la vida de Estados Unidos y pretendiendo que sus hijas sigan siendo tan puramente chinas como ellas, educándolas en los tradicionales valores en los que ellas mismas se educaron, pero que poco tienen que ver con las realidad que les toca vivir a las jóvenes.

Cuando Suyuan muere, su hija June debe ocupar su lugar en el tablero de mah-jong. Será entonces cuando June comience a conocer a su madre.



Recibí este libro de manos de mi madre. Ella no pudo terminarlo, no le gustaba. Creo entender por qué. Hay cosas, cosas muy pequeñas, que hacen mucho daño. Las hacemos automáticamente, sin prestar demasiada atención, debido al hábito y la costumbre o porque forman parte de un rasgo más de nuestra personalidad, sin ser conscientes del daño que estas pequeñas cosas pueden hacer en los demás. Y cuando alguien, aunque sea a través de un libro, nos dice directamente cuánto sufrimiento provocan estas acciones, sentimos cómo este dolor nos es devuelto.

Este libro me dio una nueva perspectiva de la vida. Lo volví a leer recientemente y lo disfruté más que la primera vez. Es imposible no identificarse con alguna que otra de las protagonistas de la novela, ya sea por su faceta de madre, de hija o simplemente de mujer.

Al igual que An-Mei me he escondido en lo más profundo del estanque para que las urracas no se bebiesen mis lágrimas.
Al igual que Rose he sentido tanto dolor e impotencia que solo puede desear caer en un profundo sueño para dejar de sufrir durante un momento.
Al igual que Waverly me refugié en una fortaleza que creí inexpugnable para verme rápidamente desprovista de mi escudo.
Al igual que June no me consideré digna del mejor cangrejo.

Para mí ha sido una historia sobre la comunicación, la falta de comunicación. Sobre personas que aunque viven juntas no llegan a compartir la misma realidad, donde surge el distanciamiento y la incomprensión incluso entre aquellos que más se quieren. Sobre importancia de saber ponerse en el lugar del otro y las pocas veces que nos dignamos a hacerlo. Sobre el error de complacer siempre y sobre el error de vivir a través de los demás. Sobre la imposible armonía entre el pasado y el presente.

Y sobre todo, una historia de amor entre madres e hijas, no importa si chinas u occidentales, con sus diferencias e inseguridades, que no pueden evitar lastimarse inconscientemente, puesto que el amor es egoísta y caprichoso.

jueves, 10 de marzo de 2011

Orgullo y prejuicio

Algunos libros son como cachorritos.

Leí esa comparación hace mucho tiempo, no recuerdo dónde, y se me quedó grabada a fuego en la mente por lo cierta que me pareció. Porque con el paso de los años me ha ido sorprendido la facilidad con la que un libro puede destacar en una librería llena de ellos y seducirte como haría un cachorrito detrás de la jaula de una tienda de animales.

Concretamente me pasó algo así con Orgullo y Prejuicio. Había visto la versión de Keira Knightley cuando se estrenó en cines con mi madre y ella me había comentado que teníamos el libro en casa. Por supuesto, me lo recomendó hasta la saciedad y, la verdad, no recuerdo el por qué rechacé el leerlo. Creo que estaba en una época fuerte de exámenes o que se lo teníamos prestado a alguien más. No lo sé.

Pero mucho tiempo después, cuando ya se me había olvidado lo mucho que me enamoró la película, lo vi en las estanterías de mi casa.

No era un cachorrito realmente bonito. Tenía la cubierta con los colores idos y las pastas estaban medio rotas de tanto usarlas. Pero me miró como si fuera un perrito abandonado en la calle y cuando me acerqué y lo cogí, solo por curiosidad, movió el rabo tan enérgicamente que me pareció encantador. Así que empecé a leerlo.

El resto es historia.

Como la mayoría de las novelas de Jane Austen, trata sobre el romance de las protagonistas, en este caso las hermanas Bennet, y su vida y sus experiencias. La novela se centra más en la joven Elizabeth Bennet y en el prejuicio que ésta siente por el Sr. Darcy, un hombre rico, inteligente y demasiado orgulloso como para que la chica sienta simpatía hacia él en un principio. Y aún así logran complementarse perfectamente: Elizabeth y Darcy. Darcy y Elizabeth. No pueden ir el uno sin el otro.


(Darcy junto a Lizzie. Ilustración de 1895)

Me lo leí en un fin de semana, completamente enganchada. Lo cierto es que cuando terminé acabé encantada con él. Pero no fue hasta ese momento en el que me di cuenta de que los ojos de cachorro que me habían seducido eran los de Darcy que es, a mi entender, uno de los caballeros británicos más queridos y mejores que nos ha presentado la literatura.

Es alguien con un sinfín de defectos y que, aún así, consigue robarle el corazón a la mayoría de los lectores. Siempre he pensado que es el encanto de los personajes como él, y no otra cosa, lo que hace que esta sea la novela más famosa de Austen.


En conclusión, una buena novela con unos buenos personajes. No se te hace larga ni tediosa y es capaz de mezclar humor, drama y romance al mismo tiempo. Es un cachorro capaz de hacernos adentrar en la vida de los protagonistas, en los paisajes que describe y hasta hacernos sentir lo mismo que ellos. Y cuando un libro consigue eso, entonces es cuando realmente merece la pena recomendarlo y leerlo.

lunes, 28 de febrero de 2011

Carmilla

Desde que leí por primera vez Drácula, obra maestra sobre los vampiros, desee poder encontrarme con la no menos mítica, pero mucho menos leída Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu.
Logré leerla hace unos años, casi por casualidad, y debo decir que me causó bastante impresión. Se trata, como casi todos sabrán o quizá adivinarán en parte, de una novela corta de terror gótico que sirvió de ejemplo e inspiración para Bram Stoker.
No solo tomó forma en esta novela el concepto de vampiro que desarrolló y fijó Stoker, sino que el escritor de Drácula se sirvió de varios de los personajes secundarios que aparecían en esta novela para crear los suyos propios.
El planteamiento de la acción es bastante simple: Laura es una inocente muchacha que, junto con su padre, acoge en su casa a una joven desconocida, Carmilla. Ambas se hacen amigas casi de inmediato, si bien Carmilla demuestra tener unas costumbres algo extrañas. No se levanta antes del mediodía, no come, siempre encerrada en su habitación bajo llave… Poco a poco, Laura va sintiéndose cada vez más enferma, hasta que finalmente el padre relaciona ambos hechos y obtiene la ayuda de otros hombres con los que se encamina a destruir la tumba de Carmilla. Como podéis ver, es el mismo esquema seguido para la obra cumbre en materia vampírica.
Tengo que decir que cuando terminé de leer la novela, me dio la impresión de que no sabía lo que estaba pasando. El estilo del autor consigue que nos hundamos en la historia y seamos un personaje más del lugar, que vivamos la acción con la misma confusión y desconfianza que sienten los personajes, especialmente Laura, la víctima de Carmilla.


Ilustración de la primera edición de Carmilla, por D.H. Friston

Durante todo el libro tenía la sensación de no poder estar segura de si lo que leía era lo que estaba pasando en realidad, si era parte de un sueño de Laura o imaginaciones de los demás. Daba la impresión de que cada momento estaba envuelto en una especie de niebla que no te permite atisbar lo que sucede, el significado de cada acción que se desarrolla en el libro.
Esta cualidad empapa por ejemplo las escenas de sutil erotismo lésbico que aparecen en la historia. Desde siempre el vampiro ha sido un elemento de carácter sexual fuertemente marcado, y llama la atención como aquí llega a expresarse de un modo que podría definirse como un erotismo palpitante, que no llega a consumarse y que se convierte en la eterna obsesión de la joven Laura, pues su relación con Carmilla empieza con una extraña amistad que parece dar paso a algo más intenso, un amor que termina en obsesión por parte de ambas.
La vampiresa expresa de hecho su amor por Laura en numerosas ocasiones, confesando que es la única persona con la que desea pasar su eternidad, mostrando un lado hermoso y romántico en sus afirmaciones que poco parece tener que ver con la visión tan cruel que nos ofrece el resto del tiempo.
Laura, por otro lado, continuará recordando y lamentando la pérdida de su amada Carmilla, aún a pesar de conocer sus siniestras intenciones.
En definitiva, esta novela introduce un lado delicado y frágil en el mito de los vampiros, y quizá por esto mismo se vuelva doblemente peligroso. Una dulce muchacha cuyas rarezas terminan por convertirse en pesadilla para aquellos que la rodean. Una niña en la que el afecto, lejos de ser una muestra de dulzura lo es de maldad y obsesión enfermiza, pero no por ello menos trágica, hermosa y hechizante.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Drácula

Desde pequeña no solo he sido una gran aficionada a los mitos y criaturas fantásticas, sino también a las historias de terror y al mundo gótico. Sin embargo, mis en ocasiones excesivamente protectores  padres no me no me permitían leer los libros de terror ni ver las películas de miedo que tanto me llamaban la atención.  Afortunadamente tenía a mi abuelo, con quien pasaba muchas tardes, quien me contaba las historias más terroríficas que conocía. Gracias a él me aprendí de memoria la filmografía de la Hammer. Y de entre todas las criaturas de las que me hablaba mi favorita era el vampiro.

Por eso hoy hablaré sobre la obra más famosa de Bram Stoker: Drácula.

Sir Christopher Lee caracterizado como el conde Drácula

Jonathan Harker, joven notario inglés, se encuentra en Transilvania para concluir la compra de una vivienda en Londres por parte de un misterioso personaje: el conde Drácula. Pronto Jonathan se encontrará preso en el castillo de su anfitrión, quien no come ni se refleja en los espejos y a quien nunca a ha visto a la luz del día. En Inglaterra, la joven Mina Murray, ocupada en atender a su buena y enfermiza amiga Lucy Westenra, comienza a impacientarse por la tardanza de su amado Jonathan.  

La novela está escrita de forma epistolar, con fragmentos supuestamente extraídos de los diarios de los héroes de nuestra historia, telegramas, cartas y recortes de periódicos que ellos mismos han ido recopilando, lo que ayuda a dar credibilidad al relato. También resulta muy dramática, con diversos elementos inspirados en las obras teatrales, tal y como se observa en los monólogos de los personajes o en sus actitudes, como en el recibimiento de Jonathan por parte del conde o en las veces en las que se ensalza la figura de Mina, con los hombres besándole  las manos.

Stoker no inventó el concepto de vampiro. Esta criatura existe desde el principio de los tiempos (ya en el antiguo Egipto y Mesopotamia se hacían referencias a seres que podrían considerarse antecesores de los vampiros) y a lo largo de todo el mundo, desde Europa hasta el Extremo Oriente, además de en las culturas indoamericanas. Pero con esta novela, recopiló y unificó diversas supersticiones y creencias, realzando los matices del vampirismo y asentando firmemente las bases de la literatura vampírica.

Muchos han visto en Lilith, primera esposa de Adán, 
a la primera vampiresa de la historia. 

Si algo tienen de fascinantes los vampiros es que sintetizan perfectamente todo lo que es el miedo: Miedo a perder la consciencia, a estar sometidos a otros, a la locura, la enfermedad, lo desconocido, el abandono, la oscuridad, los animales, la infidelidad…

El Drácula de Stoker encarna todos estos miedos, todos ellos condensados en un único y maquiavélico personaje, que se nos presenta como un diablo disfrazado de Dios, que ofrece más de lo que da y menos de lo que cobra, cruel e infantil, que disfruta haciendo daño y jugando con la vida de los seres humanos.

El contrapunto son los heroicos caza-vampiros, liderados por el sabio doctor Van Helsing, y de entre quienes destaca la pura y valiente Mina. Son los representantes del bien, los enviados de Dios para proporcionar al demonio el descanso eterno. Las armas de estos héroes no solo son elementos religiosos (cruces y hostias consagradas), sino también las supersticiones y el saber popular, así como la tecnología más puntera de la época. La unión de estos tres elementos, en apariencia incompatibles, es sin duda curiosa; pero más curioso es lo acertada que resulta, como si todos los elementos se unieran para eliminar al mal de raíz.



El vampiro, obra de Edvard Munch

Espero que disfrutéis, si no lo habéis hecho ya, de la novela más veces adaptada al cine y catalogada por Oscar Wilde como “la  novela más hermosa jamás escrita”. 
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