lunes, 28 de febrero de 2011

Carmilla

Desde que leí por primera vez Drácula, obra maestra sobre los vampiros, desee poder encontrarme con la no menos mítica, pero mucho menos leída Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu.
Logré leerla hace unos años, casi por casualidad, y debo decir que me causó bastante impresión. Se trata, como casi todos sabrán o quizá adivinarán en parte, de una novela corta de terror gótico que sirvió de ejemplo e inspiración para Bram Stoker.
No solo tomó forma en esta novela el concepto de vampiro que desarrolló y fijó Stoker, sino que el escritor de Drácula se sirvió de varios de los personajes secundarios que aparecían en esta novela para crear los suyos propios.
El planteamiento de la acción es bastante simple: Laura es una inocente muchacha que, junto con su padre, acoge en su casa a una joven desconocida, Carmilla. Ambas se hacen amigas casi de inmediato, si bien Carmilla demuestra tener unas costumbres algo extrañas. No se levanta antes del mediodía, no come, siempre encerrada en su habitación bajo llave… Poco a poco, Laura va sintiéndose cada vez más enferma, hasta que finalmente el padre relaciona ambos hechos y obtiene la ayuda de otros hombres con los que se encamina a destruir la tumba de Carmilla. Como podéis ver, es el mismo esquema seguido para la obra cumbre en materia vampírica.
Tengo que decir que cuando terminé de leer la novela, me dio la impresión de que no sabía lo que estaba pasando. El estilo del autor consigue que nos hundamos en la historia y seamos un personaje más del lugar, que vivamos la acción con la misma confusión y desconfianza que sienten los personajes, especialmente Laura, la víctima de Carmilla.


Ilustración de la primera edición de Carmilla, por D.H. Friston

Durante todo el libro tenía la sensación de no poder estar segura de si lo que leía era lo que estaba pasando en realidad, si era parte de un sueño de Laura o imaginaciones de los demás. Daba la impresión de que cada momento estaba envuelto en una especie de niebla que no te permite atisbar lo que sucede, el significado de cada acción que se desarrolla en el libro.
Esta cualidad empapa por ejemplo las escenas de sutil erotismo lésbico que aparecen en la historia. Desde siempre el vampiro ha sido un elemento de carácter sexual fuertemente marcado, y llama la atención como aquí llega a expresarse de un modo que podría definirse como un erotismo palpitante, que no llega a consumarse y que se convierte en la eterna obsesión de la joven Laura, pues su relación con Carmilla empieza con una extraña amistad que parece dar paso a algo más intenso, un amor que termina en obsesión por parte de ambas.
La vampiresa expresa de hecho su amor por Laura en numerosas ocasiones, confesando que es la única persona con la que desea pasar su eternidad, mostrando un lado hermoso y romántico en sus afirmaciones que poco parece tener que ver con la visión tan cruel que nos ofrece el resto del tiempo.
Laura, por otro lado, continuará recordando y lamentando la pérdida de su amada Carmilla, aún a pesar de conocer sus siniestras intenciones.
En definitiva, esta novela introduce un lado delicado y frágil en el mito de los vampiros, y quizá por esto mismo se vuelva doblemente peligroso. Una dulce muchacha cuyas rarezas terminan por convertirse en pesadilla para aquellos que la rodean. Una niña en la que el afecto, lejos de ser una muestra de dulzura lo es de maldad y obsesión enfermiza, pero no por ello menos trágica, hermosa y hechizante.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Drácula

Desde pequeña no solo he sido una gran aficionada a los mitos y criaturas fantásticas, sino también a las historias de terror y al mundo gótico. Sin embargo, mis en ocasiones excesivamente protectores  padres no me no me permitían leer los libros de terror ni ver las películas de miedo que tanto me llamaban la atención.  Afortunadamente tenía a mi abuelo, con quien pasaba muchas tardes, quien me contaba las historias más terroríficas que conocía. Gracias a él me aprendí de memoria la filmografía de la Hammer. Y de entre todas las criaturas de las que me hablaba mi favorita era el vampiro.

Por eso hoy hablaré sobre la obra más famosa de Bram Stoker: Drácula.

Sir Christopher Lee caracterizado como el conde Drácula

Jonathan Harker, joven notario inglés, se encuentra en Transilvania para concluir la compra de una vivienda en Londres por parte de un misterioso personaje: el conde Drácula. Pronto Jonathan se encontrará preso en el castillo de su anfitrión, quien no come ni se refleja en los espejos y a quien nunca a ha visto a la luz del día. En Inglaterra, la joven Mina Murray, ocupada en atender a su buena y enfermiza amiga Lucy Westenra, comienza a impacientarse por la tardanza de su amado Jonathan.  

La novela está escrita de forma epistolar, con fragmentos supuestamente extraídos de los diarios de los héroes de nuestra historia, telegramas, cartas y recortes de periódicos que ellos mismos han ido recopilando, lo que ayuda a dar credibilidad al relato. También resulta muy dramática, con diversos elementos inspirados en las obras teatrales, tal y como se observa en los monólogos de los personajes o en sus actitudes, como en el recibimiento de Jonathan por parte del conde o en las veces en las que se ensalza la figura de Mina, con los hombres besándole  las manos.

Stoker no inventó el concepto de vampiro. Esta criatura existe desde el principio de los tiempos (ya en el antiguo Egipto y Mesopotamia se hacían referencias a seres que podrían considerarse antecesores de los vampiros) y a lo largo de todo el mundo, desde Europa hasta el Extremo Oriente, además de en las culturas indoamericanas. Pero con esta novela, recopiló y unificó diversas supersticiones y creencias, realzando los matices del vampirismo y asentando firmemente las bases de la literatura vampírica.

Muchos han visto en Lilith, primera esposa de Adán, 
a la primera vampiresa de la historia. 

Si algo tienen de fascinantes los vampiros es que sintetizan perfectamente todo lo que es el miedo: Miedo a perder la consciencia, a estar sometidos a otros, a la locura, la enfermedad, lo desconocido, el abandono, la oscuridad, los animales, la infidelidad…

El Drácula de Stoker encarna todos estos miedos, todos ellos condensados en un único y maquiavélico personaje, que se nos presenta como un diablo disfrazado de Dios, que ofrece más de lo que da y menos de lo que cobra, cruel e infantil, que disfruta haciendo daño y jugando con la vida de los seres humanos.

El contrapunto son los heroicos caza-vampiros, liderados por el sabio doctor Van Helsing, y de entre quienes destaca la pura y valiente Mina. Son los representantes del bien, los enviados de Dios para proporcionar al demonio el descanso eterno. Las armas de estos héroes no solo son elementos religiosos (cruces y hostias consagradas), sino también las supersticiones y el saber popular, así como la tecnología más puntera de la época. La unión de estos tres elementos, en apariencia incompatibles, es sin duda curiosa; pero más curioso es lo acertada que resulta, como si todos los elementos se unieran para eliminar al mal de raíz.



El vampiro, obra de Edvard Munch

Espero que disfrutéis, si no lo habéis hecho ya, de la novela más veces adaptada al cine y catalogada por Oscar Wilde como “la  novela más hermosa jamás escrita”. 
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