viernes, 25 de enero de 2013

El maestro de las Burujas

Una de las cualidades más indudables de Walter Moers, el autor de El maestro de las Burujas, es su capacidad para atrapar a lectores de cualquier edad en su particular universo fantástico.

En este relato nos trasladamos a Zamonia, un mundo repleto de criaturas insólitas que protagonizan varios de sus libros, pero en este caso, y a pesar del nombre del libro, tenemos como personaje principal a un grato. ¿Y qué es un grato? Muy sencillo, no es más que un gato con la capacidad de razonar y hablar cualquier idioma. Este grato, de nombre Eco, está a punto de fallecer por hambre cuando firma un acuerdo con el maestre de burujas Eisspin, que promete alimentarlo con las mayores delicias culinarias durante un mes. Pasado este tiempo lo matará para extraer toda la grasa de su cuerpo, un elemento muy valioso en sus experimentos alquímicos. 

Por supuesto, cuanto más se acerque el momento de su pactada muerte, más se esforzará Eco en evadir el acuerdo desencadenando una serie de acontecimientos que hará las delicias de sus lectores.

Este libro llegó a mis manos de una forma muy curiosa. En clases de traducción de alemán, unos compañeros hicieron su trabajo sobre una obra de este autor. Más tarde y para desgracia de todos los alumnos, la profesora seleccionó un texto de ese mismo libro para un examen. Sin diccionario. Fue una masacre traductoril, de la que me libre solo por el esfuerzo que hice a pesar de no entender nada del texto debido a la gran cantidad de vocabulario inventado por el autor. Lo normal en este caso hubiera sido detestar la obra, al autor y todo lo que nos recordara a ello, pero muy al contrario sentí una curiosidad cada vez mayor por la obra. Llegué a comprarme otro de los libros inspirados en este universo zamónico, y me agradó tanto que continué con el libro que tradujimos en clase y, por último, una de las autoras de este blog me dejó este mismo libro tras hablarme maravillas de él.

No pudo ser una experiencia más satisfactoria. Por más que conozca el estilo de Walter Moers, nunca deja de sorprenderme con sus giros de trama, su inusual sentido del humor y el derroche de imaginación que forma parte de cada novela suya. Considero que estos libros no son exclusivos para niños o jóvenes que se inician en el mundo de la lectura, sino que es un relato para todo tipo de públicos. 

El autor no solo escribe, sino que dibuja las múltiples ilustraciones y ha creado todo un mundo lleno de referencias cruzadas entre novelas. A modo de anécdota curiosa, cabe destacar el hecho de que Moers se hace pasar por traductor de la obra, achacando su creación al protagonista de otro de sus libros, La ciudad de los libros soñadores, el dragón escritor y crítico literario Hildegunst von Mythenmetz
Retrato del "autor"
Este libro es un compendio de recetas gastronómicas, alquimia, ironía pura y dura, despropósitos y múltiples descubrimientos que nos dejan anonadados. Personalmente, mientras leía no me he aburrido un solo segundo, sin exagerar. Si bien mayoritariamente me he reído a carcajadas con cada capítulo, se pasan momentos de terror en los que sientes un escalofrío recorriéndote la espina dorsal, otros que son tiernos y dulces e incluso momentos trepidantes que te provocan un subidón de adrenalina.

Me cuesta mucho pensar que pueda haber alguien a quien le guste la lectura y no sea capaz de disfrutar de este libro. Si alguna vez cae en vuestras manos, no dudéis en al menos intentar leerlo. Si conocéis a alguien que siga escribiendo libros con esta frescura, por favor, hacédmelo saber. 

1 comentario:

  1. La presentación que se nos hizo de Walter Moers y el universo zamónico no pudo haber sido más... apoteósica, con ese trabajo que nadie entendía y ese examen hecatómbico.

    De momento solo he leído El maestro de las Burujas, pero estoy deseando comenzar con El capitán Osoazul, que lo tengo desde hace tiempo en mi estantería. Lo que no tengo es valor para enfrentarme a un libro tan grueso, teniendo en cuenta el poco tiempo que tengo.

    Yo de este libro en concreto destacaría lo increíblemente imaginativo que es, pues rompe bastante con la literatura fantástica convencional, sin dejar de ser bastante fiel a la base de la misma; así como los increíbles giros que presenta, con historias dentro de la historia.

    A decir verdad, no hay nada que me haya disgustado. Si tuviera que escoger, me quedaría con la historia de la vid (y el miedo tan inesperado que pasé, más incluso que con la viuda nival)y con el amplio bestiario (si bien muchos de estos seres son inteligentes y racionales) que el autor ha creado para el mundo de Zamonia.

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