martes, 24 de septiembre de 2013

El asno de oro

Una de las muchas representaciones
de Eros y Psique de Bouguereau
Los autores grecolatinos cuyos nombres se han conservado hasta hoy día se ha considerado durante toda la historia como referentes indispensables para todos los estudiosos, sea cual sea su campo de investigación. Estén o no desactualizados, estos autores asentaron las bases del pensamiento y saber occidental, de ahí que no podemos permitirnos el lujo de olvidar a los más importantes.

Sin embargo, esta desactualización, si bien no resta mérito a las obras, sí que dificulta bastante que el lector pueda acercarse a ellas por mero entretenimiento. En lo que a la literatura se refiere, algunos textos clásicos se hacen poco atractivos como pasatiempo y se han convertido en un tipo de lectura más propia de los intelectuales y estudiosos que para lectores ocasionales.

Representación romana de Isis
El asno de oro (como se conoce desde la época de San Agustín de Hipona a Las metamorfosis de Apuleyo), única novela latina que ha llegado a nuestros días, es curiosamente un libro que puede leerse perfectamente durante una aburrida tarde de verano en la que el lector no busca otra cosa que distraerse. A mí me ha resultado bastante increíble que la que tomé por una obra pesada a día de hoy siguiese siendo tan amena y entretenida.

Apuleyo ha tenido la maestría de escribir una novela prácticamente atemporal, pues diecinueve siglos después de su primera publicación sigue casi tan fresca como el primer día (no completamente, puesto que por suerte las escenas de maltrato animal y a las clases bajas, así como la concepción de mujer como ser de naturaleza malévola, son cada vez más censurables).

Parte de esta frescura reside en la introducción de historias dentro de la misma historia, pues El asno de oro es realmente una recopilación de relatos breves intercalados entre las aventuras y desventuras del protagonista, quien narra no solo su propia historia, sino la de aquellos con los que convive y casi cualquiera que llega a sus oídos. 

A la derecha, Lucio, nuestro protagonista
La temática de las mismas es variada, lo que le da otro punto favorable: historias tanto de magia y fantasía como escenas de la vida cotidiana tan propias del siglo II d.C. como del actual, repletas de celos, infidelidades, romance y un humor muy, muy picante. El carácter doméstico se ve reforzado por un lenguaje más bien cercano, nada grandilocuente o elevado. Pero sin perder un ápice de calidad, a pesar de que la historia sí sea un tanto rocambolesca.

En cuanto al argumento… A los oídos del joven Lucio llegan rumores de que su anfitriona es una bruja de grandes poderes. Movido por la curiosidad, la espía mientras se aplica un ungüento que la convierte en búho y decide obrar del mismo modo. Desgraciadamente se equivoca de tarro y acaba convertido en un asno. El pobre Lucio va pasando de mano en mano, con más pena que gloria, hasta que decide recurrir a la diosa Isis.
Transformación de Lucio
según el cómic de Milo Manara, L'arsino d'oro.
No puedo terminar esta entrada sin volver a recomendar esta obra a quien no la haya leído. Aunque sea para leer la bellísima fábula de Eros y Psique, el arco más famoso y laureado de todos los que componen, dadle una oportunidad a esta novela picaresca que inspiró títulos tan dispares como El sueño de una noche de verano, Pinocho, La bella y la bestia o La metamorfosis kafkiana.

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