lunes, 21 de abril de 2014

Saga Crepúsculo

Cuando el primer libro de Stephenie Meyer cayó en mis manos, debo reconocer que tenía una idea algo confusa sobre lo que debía esperar. Estaba bastante perdida, desesperada en realidad, cuando me compré el primer libro de esta conocidísima saga. Fue durante un verano en Londres con mucho tiempo libre y nada que hacer y la mejor opción era buscar un libro para rellenar las horas muertas. Siendo una aficionada al tema sobrenatural y más en concreto de la figura del vampiro, la saga Crepúsculo libro llamó mi atención.

La saga al completo
Bella Swan es una adolescente que se muda a Forks, el sombrío pueblo de su padre. Allí conoce a los Cullen, una extraña familia caracterizada por su belleza, juventud… y por lo esquivos que resultan con todos. Edward, el más joven de la familia, empieza a acercarse poco a poco a Bella, atrayéndola y a la vez exasperándola con su multitud de rarezas y secretos. Pero pronto la protagonista comprende dos cosas: que se ha enamorado de Edward y que él la ama tanto como desea beber su sangre. Una familia de vampiros, una manada de hombres-lobo y el amor adolescente de un instituto entremezclados en lo que podría ser una telenovela sin fin.

Un amor que se mira pero no se toca
Apenas empezaba a hacerse famoso, y tuve la sensación de que prometía. Nada más abrirlo vi que la redacción era bastante simple, por lo que resolví que podía leerlo en descansos y viajes. Era fácil de leer, y la historia me enganchó de inmediato… sin embargo la decepción llegó apenas terminé el primer libro. No me percaté de que había llegado al final no solo por la sencillez de la lectura, sino porque la estructura te mantiene durante todas las páginas esperando un nudo y un clímax que, cuando llegan, se desarrollan en apenas diez páginas, tan fugazmente que terminas el libro pensando que te has saltado algo importante.

Al comienzo no le di importancia, supuse que era normal al ser el primer libro de una saga, y que a partir de ahí todo se iría animando mucho más… pero entonces llegó el segundo libro y una vez más encontré el mismo problema. Así durante todos los tomos de la saga, con esa extraña sensación de estar leyendo una introducción de quinientas páginas que te llevan a un desarrollo de los acontecimientos bastante cogido por pinzas y que culmina rápidamente, como si la autora sufriera demasiado con los problemas de los protagonistas para prolongarlos demasiado.

Hombres-lobo descamisados para amenizar la historia
No quiero entrar en el debate sobre el cambio que la figura del vampiro sufre en esta obra, ya que creo que eso es un debate diferente, pero debo añadir que los personajes que aparecen en la novela son tan sumamente planos que prácticamente vienen definidos por el superpoder que venga atribuido a su condición sobrenatural. Por otro lado, los seres humanos son criaturas insignificantes, da la impresión de que nuestra única oportunidad para sobrevivir en este mundo viene dada por la protección que, a escondidas, nos ofrecen otras criaturas que desconocemos. La protagonista es el más claro ejemplo del patetismo con el que se representa al ser humano, tanto que su única función es mantenerse cerca de su amado o sufrir en su ausencia.


Por desgracia es un libro que carece de mayor profundidad, algo que se echa de menos en cualquier novela, pero más en una novela para adolescentes que además ha tenido tanto éxito. Es, en definitiva, como encontrarte con tu dulce favorito y después darte cuenta de que es de producción industrial. La parte buena es que al menos mucha gente ha vuelto a interesarse por la lectura a partir de este tipo de libros, pero pienso que podrían haberle sacado mucho más jugo a la historia.

domingo, 6 de abril de 2014

Ciudad de cristal

A menudo nos encontramos con libros difíciles de leer, de esos que te dejan con la sensación de que no has entendido nada. Otras, hay libros que te dejan con una media sonrisa porque consigues localizar múltiples referencias en ellos que no esperabas. Pero Ciudad de cristal, primer libro de la Trilogía de Nueva York de Paul Auster me hizo sentir de ambos modos inevitablemente.

Esta novela llegó a mis manos por obligación. En una asignatura relacionada con la literatura de terror, la profesora nos dio un índice de libros imprescindibles que debíamos leer y analizar para el curso. El último de todos era una versión gráfica de esta novela, que puso colofón a aquel fantástico curso y me gusto tanto que compré el libro. De hecho, doy gracias a que la novela gráfica es de una calidad excelente, ya que, al margen de que su adictiva historia hiciera que me lo leyera de un tirón, posiblemente no habría entendido el libro en su plenitud de no ser por aquellas fantásticas y a la vez simples ilustraciones.

Portada original de la novela gráfica
El libro comienza cuando Danny Quinn, un escritor de novelas policíacas, recibe diversas llamadas de teléfono en las que lo confunden con el detective Paul Auster. Finalmente se cita con su interlocutor, Peter Stillman, que le ruega su ayuda para evitar su propio asesinato a manos de su padre, un lingüista y teólogo que lo encerró de niño e impidió que tuviera relación con ninguna otra persona durante su infancia con la esperanza de que así aflorara en él el idioma primigenio del Jardín del Edén. Por esto, fue encarcelado y está a punto de salir libre, con lo que el joven Peter teme por su vida.


Poco a poco nos adentramos en una jornada de reflexiones filosóficas, ya que el verdadero misterio no es realmente por qué el padre de Peter querría matarlo, sino el propio Quinn. Durante toda la historia hay permanentes confusiones de identidad, Quinn adquiere diferentes personalidades en un intento por descifrar la realidad que le rodea, pero al hacerlo pareciera que él mismo va perdiendo su propia identidad. 

Reconozco que este libro me dio escalofríos y me fascinó a partes iguales. Resulta casi imposible comprender todas las referencias que pueblan la historia, los múltiples desdoblamientos de personalidad. El propio autor aparece en la trama solo para hacerla más enrevesada y aparentemente ilógica.

No quiero comentar más detalles sobre los diferentes hechos porque cada uno se ofrece a la libre interpretación del lector y son muy significativos y enriquecedores. Siempre he disfrutado con las historias que me obligan a pensar y comerme un poco la cabeza para comprender lo que ocurre, razón por la que soy muy aficionada a las novelas de misterio.

Sin embargo, lo que al principio parece una novela de detectives, pero poco a poco termina por convertirse en una novela surrealista, que explora la dualidad en todas sus vertientes. Todo el relato es un complejo análisis sobre la identidad del alma humana, explorando preguntas incómodas como quiénes somos realmente y cuál es nuestra realidad. El final resulta escalofriante, y uno no puede dejar de pensar en esa Nueva York capaz de engullir la vida de una persona hasta no dejar rastro.

Resulta difícil explicar demasiado sin revelar detalles de la historia, así que solo me queda decir que espero que la intriga os anime a acercaros a esta desconcertante y magnífica historia. 
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