lunes, 28 de diciembre de 2015

Premios Koreander - IV Edición

¿Será verdad o será una inocentada?

Señores, crean lo que ven sus ojos. Por cuarta vez tenemos el gran honor de darles la bienvenida a la entrega de los Premios Koreander, en los que en cada época Navideña premiamos simbólicamente a los libros que más nos han llegado de acuerdo a una serie de categorías que nos vamos inventando.

Y, como cada año, empezamos con los requisitos que debe seguir un libro para ser candidato a un Premio Koreander:
  1. Deben ser libros que alguna de las autoras del blog haya leído ese año, no importa cuándo fueran escritos. 
  2. Tienen que llamar la atención de las mismas de un modo especial, sobresaliendo por encima otros de su género, de modo que tenga un aspecto que lo caracterice como parte de alguna de las categorías.
  3. No son válidos relatos cortos o poemas, a no ser que se trate de una obra de recopilación. La obra premiada debe ser mínimamente extensa, como una novela corta.
  4. No se premian sagas completas, tan solo un único libro por saga y año. 
  5. Se tendrán especialemente en cuenta las recomendaciones de los lectores del blog a la hora de leer para nominar. Aunque eso no garantice que consiga el premio. Ya sabéis, a participar de forma más activa. En próximas ediciones agradeceremos a aquellos que nos hayan recomendado algún libro, haya o no ganado. En el caso de que gane, además, lo incluiremos junto al nombre del libro premiado. 
  6. Nos comprometemos a hacer una crítica de todos los libros recomendados y premiados, ya sea antes o después de la edición correspondiente, siempre y cuando sean libros de ficción. Esto no significa que libros no ficticios puedan comentarse en algún momento.
  7. Los Premios tendrán lugar cada mes de diciembre. Esto significa que solo entran en concurso los libros leídos entre enero y diciembre del año en que se otorga el Premio. 
  8. Una misma obra no puede estar en dos categorías a la vez ni ganar el premio en más de un certamen.
Para seguir, un repaso a las categorías que este año queremos distinguir:

La obra más terrorífica.
La obra más instructiva.
La obra más trágica.
La obra más cómica.
La obra más épica.
La obra más impredecible.
La obra más sorprendente.
La obra más hermosa.
La obra más tierna.
La obra más imaginativa.
La obra más decepcionante.

Y, finalmente, ¡recibamos con un redoble de tambor a los ganadores de este año!


No me peguéis por poner esta tontería, por favor.

Ganadora del Premio a la obra más terrorífica: Dracula de Bram Stoker.
Clásico de la literatura de terror donde los haya, el famoso conde transilvano ha atemorizado a generaciones de lectores desde que la novela que lleva su nombre viera la luz en 1897. En una era en la que los vampiros han perdido su carácter terrorífico en pro de nuevas facetas que poco tienen que ver con los originales, queremos recordar a la genial novela que, junto con Carmilla y El vampiro, definió la imagen del chupasangres que, a pesar de las nuevas tendencias, sigue formando parte del imaginario colectivo.

Ganadora del Premio a la obra más instructiva: La diosa blanca de Robert Graves.
¿Quién no ha oído hablar de la famosísima novela Yo, Claudio? El libro que aquí proponemos es obra del mismo autor. En esta ocasión, presentamos un interesante ensayo, una "gramática histórica del mito poético" donde Graves vuelca sus investigaciones en religiones y mitologías variadas, a la vez que introduce al lector en el mundo de la poesía, sin dejar de lado la crítica social.

Ganadora del Premio a la obra más trágica: La metamorfosis de Franz Kafka.
Dolorosa historia de un joven transformado en insecto, quizás su rasgo más triste es que sea es algo más que un simple relato de ficción, una alegoría de la sociedad que, a pesar de lo mucho que ha llovido desde que Kafka hiciera mover su pluma, no ha cambiado prácticamente.

Ganadora del Premio a la obra más cómica: Buenos presagios de Terry Pratchett y Neil Gaiman.
Tal y como predijo Agnes la Chalada, el Anticristo está entre nosotros. La batalla final entre el Cielo y la Tierra es inminente. Sin embargo, un ángel y un demonio demasiado humanizados tras pasar siglos infiltrados entre los hombres intentarán impedirlo. Pero un intercambio de bebés hacen que pierdan de vista al Vástago de Satán. Brujas, cazadores y los cuatro moteros del Apocalipsis completan el cuadro de personajes de esta hilarante locura traída de la mano de dos autores célebres por su imaginación y sentido del humor.

Ganadora del Premio a la obra más épica: Beowulf.
Epopeya anglosajona, de autor y fecha de composición desconocidos, que narra las hazañas del héroe gauta Beowulf, capaz de derrotar a jotuns y dragones. De importancia comparable al Cantar de mío Cid o El anillo del Nibelungo, este poema épico ha sido tratado por innumerables estudiosos, siendo JRR Tolkien uno de los más notables.

Ganadora del Premio a la obra más compleja: El nombre de la rosa de Umberto Eco.
Novela oscura donde las haya, ni su propio nombre tiene un significado claro. A diferencia de su adaptación fílmica (genial, por otra parte), no es simplemente una novela de crímenes y misterios. Para poder disfrutarla, hay que hacer el complicado ejercicio de ponerse en la piel de personas tan diferentes a nosotros como monjes medievales para así poder comprender sus motivaciones, inquietudes y filosofía... Y también soportar la larga descripción de alguna que otra revelación mística.

Ganadora del Premio a la obra más impredecible: Las amistades peligrosas de Pierre Choderlos de Laclos.
Todo vale en el amor y la guerra, pero en la guerra de la seducción, nadie como de Merteuil y Valmont. Esta pareja de libertinos traerán a más de uno de cabeza con sus conquistas y venganzas. Quiénes serán sus próximas víctimas y de qué modo conseguirán doblegarlas son dos de las preguntas que nos hacemos ante esta novela llena de reveses y escándalos.

Ganadora del Premio a la obra más sorprendente: La quinta ola de Rick Yancey.
Sin dejar de pertenecer al popular grupo de novelas (post) apocalípticas que tanto abundan hoy en día, La quinta ola nos ha conseguido llamar la atención para bien. Un historia bastante digna y personajes coherentes en el primer volumen de una trilogía que esperemos no nos decepcione.

Ganadora del Premio a la obra más hermosa: Peter Pan en los jardines de Kensington de J M Barrie.
Conozcan las costumbres de las hadas en un relato que narra las aventuras del niño que no quería crecer antes de su aparición en Peter Pan y Wendy. Si queréis conocer la vida de Peter antes de conocer a los tres hermanos Darling, no dudéis en echarle un vistazo.

Ganadora del Premio a la obra más tierna: La fórmula preferida del profesor de Yoko Ogawa.
La historia de una asistenta doméstica y madre soltera que debe hacerse cargo de un huraño y anciano profesor de matemáticas cuya memoria solo dura 80 minutos. Contra todo pronóstico, la mujer será capaz de tocar el corazón del profesor, quien se encariñará con ella y su hijo, al que comienza a instruir en los números, haciendo las veces de maestro y abuelo.

Ganadora del Premio a la obra más imaginativa: El Imperio Final de Brandon Sanderson.
En el primer libro de su trilogía Nacidos de la bruma, Sanderson nos propone un mundo de ceniza donde las plantas son marrones, el amo supremo gobierna desde hace siglos gracias a su inmortalidad y una serie de humanos especiales, los neblinos, son capaces de asimilar metales para hacer magia basándose en principios físicos. Si no os parece suficiente imaginativo, no sabemos qué será lo que os satisfaga.

Premio especial a la obra más decepcionante: Utopia de Tomás Moro.
Aunque su importancia es innegable, las ideas de este santo han resultado un poco absurdas. Además de que su corta extensión no evita que se haga largo.

Estas han sido nuestras propuestas. ¿Y las vuestras? ¿A quiénes premiaríais? ¡Dejádnoslas en los comentarios!

¡El equipo de Koreander en Bibliópolis os desea que el año que entra venga cargado de lecturas y muchas más cositas buenas!

sábado, 19 de diciembre de 2015

Demian

Debo reconocer que comencé este libro sin muchas expectativas. No hacía mucho que había leído El lobo estepario, también de Hermann Hesse, y, la verdad, es que dejó bastante fría. No por ser un mal libro o carecer el autor de talento, sino porque no terminé de pillarle el punto, había algo que se me escapaba. Seguramente su lectura no llegaba en el mejor momento.

Con todo, al final me atreví con Demian, novela bastante corta publicada en 1919, pocos años después del fin de la Gran Guerra. Quizás por hubiera visto años tras años el título en la querida estantería paterna y eso me lo convertían en una obra más amiga. Quizás porque me seducía la cálida voz del narrador del audiolibro que había encontrado. Quizás porque quise darle una segunda oportunidad a un autor que reconocía como bueno. El caso es que, finalmente, conocí a Max Demian.

El estilo característico de Hesse quedó claro ya en los primeros párrafos. Depurado, claro, donde no se deja nada al azar, ni una palabra falta y ni una palabra sobra. Exacto y preciso, sin estar exento de lirismo, sutil y hermoso. Esto, ciertamente, era algo que ya pude apreciar en El lobo estepario, si bien me pareció que la belleza, de marcados contrastes, era aún más viva (magnífica la contraposición el mundo de luz y el de oscuridad que el protagonista hace al comienzo, de una belleza y una candidez tan conmovedoras que te obliga a continuar buscando más).

Como reza un subtítulo cada vez más olvidado, Historia de la juventud de Emil Sinclair, conocemos la infancia, adolescencia y juventud de este personaje de mano de una versión más adulta de él mismo. Hijo de buena familia, Emil no tarda en ver cómo se produce la ruptura con la rectitud y la seguridad del hogar cuando malas influencias externas comienzan a aparecer en su vida. Comenzará a ver el mundo fuera del amable y pulcro ámbito familiar, un mundo cruel y sucio, donde las personas se valen de mentiras, chantajes y demás diabluras para conseguir sus objetivos. Un lugar donde imperan vicio, maldad y desorden.

Como a todos nos ocurre tarde o temprano, Emil debe dejar el nido, enfrentarse a la suciedad exterior
Amanecer en el océano, de Vladimir Kush
y buscar su propio mundo de luz. De la infancia a la adolescencia y de la adolescencia a la juventud, los retos y tentaciones que salen al paso de Emil son cada vez más difíciles de sortear y, a la vez que irá conociendo las maldades y bondades del mundo en el que ha sido arrojado, deberá conocer las suyas propias.

Muchas veces Emil se encontrará traicionándose a sí mismo, puesto que el camino que recorre es confuso. En ocasiones, estará solo. Y mientras tanto, sus dudas y miedos van creciendo. Las cuestiones clásicas quiénes somos y de dónde venimos. Si existe Dios, quién es. Cuál es el modo correcto de actuar.

Pero tarde o temprano, a pesar de su soledad, la figura de Max Demian, amigo, mentor, y ángel de la guarda, un compañera de escuela un poco mayor que él, siempre acaba apareciendo para ayudar a Emil a expandir sus horizontes y a no perderse en el camino. Nunca conforme con los cánones convencionales, Demian anima a su amigo a reflexionar sobre el bien y el mal, la religión y el poder de la mente.

Búsqueda de la propia identidad, psicoanálisis, gnosticismo, despertar de las pasiones y una amor fraternal conmovedor en el más claro ejemplo de bildungsroman (o novela de desarrollo), que impactó fuertemente a toda unageneración de jóvenes que sufrieron la guerra y que fue catalogada por el contemporáneo de Hesse, el también escritor Thomas Mann, como obra maestra.

Y creo que no hace falta añadir que me ha encantado.

lunes, 30 de noviembre de 2015

La metamorfosis

Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. 


Así comienza la tragedia  de un joven trabajador que, a pesar de su cambio físico, no pierde la conciencia de su ser ni su raciocino, del mismo modo que sigue entendiendo el lenguaje de sus familiares, aunque su nueva condición no le permita reproducir los sonidos.

Novela brevísima de Franz Kafka, el perturbado autor de Bohemia, La metamorfosis es una desgarradora alegoría maravillosamente narrada de la sociedad que, por desgracia, en ciertos aspectos no ha cambiado desde la publicación de esta obra.

A pesar de ser una visión repulsiva para el resto de personajes, Gregor se nos muestra como un ser lleno de amor y abnegación que en ningún momento deja de esforzarse por el bien de su familia, cuya desgracia por su propia causa lo atormenta: no solo es un monstruo a sus ojos, sino que, al quedar impedido, no puede trabajar para mantenerlos, por lo que los ancianos padres se ven forzados a trabajar, al igual que la hermanita, cuyo talento como violinista no podrá desarrollarse. Además, tienen ahora que alimentar al insecto que está encerrado en una de las habitaciones…

A Gregor realmente no le incomoda demasiado su nueva apariencia, se la toma con una naturalidad sorprendente. De hecho, su intención es continuar con su vida y volver al trabajo, idea que pronto tiene que desechar. Es el ser considerado una aberración y una carga por los que más quiere lo que lo mortifica.

La familia Samsa, por otro lado, resulta desesperantemente desagradable. Nunca llegan a intimar ni conocer a Gregor como los lectores, y el rechazo que le profesan al insecto es descorazonador. Si bien le procuran una habitación y alimentos y lamentan la pérdida del hijo o hermano, no se molestan por comprobar que Gregor sigue siendo el mismo, que bajo su exoesqueleto continúa viviendo un alma dulce que los adora y que, si se esconde, es para que no tengan que sufrir con su repulsiva apariencia.

Quizás lo más desalentador es que las reacciones de los padres y la hermana, cada una distinta, son perfectamente comprensibles. Miedo, repulsión, negación, resignación… Sería una locura no temer a  un escarabajo gigante. Y, sin embargo, ese bicho inmundo no deja de ser un hijo o hermano enfermo y necesitado de ayuda, pero al que es más fácil dejar de lado en lugar de tragarse el asco e intentar ayudar. Es doloroso desde el punto de vista del lector, que entiende la terrible situación de Gregor, enfrentarse a la cruda realidad de nuestra naturaleza humana y darse cuenta de lo reales que son todos estos personajes.

Uno de los puntos más llamativos y terribles es, quizá, cuando Gregor se da cuenta de lo prescindible que resulta para una familia que él mismo se había cargado a la espalda. Había sido el eje central, trabajaba por y para ellos, siempre sacrificándose... pero ahora se enfrenta al hecho de que su sacrificio no era sino un abuso continuado por parte de una familia que se acomodó a su costa. Le hicieron creerse necesario para después desdeñarlo y seguir adelante con más energía que cuando él estaba a su lado.

Kafka supo plasmar todas las emociones de sus personajes en el libro, en el que volcó sus demonios interiores. Un relato estremecedor sobre la soledad, el dolor y el egoísmo, pero también sobre el amor y el sacrificio.

jueves, 29 de octubre de 2015

El extraordinario caso del doctor Jekyll y míster Hyde

Todo el mundo conoce al doctor Jekyll como un caballero educado y gentil, que siempre ha aspirado a ser un ciudadano serio y respetable, expectativas que parece haber alcanzado. Sin embargo, preocupa cada día más a su círculo de amigos más cercanos. Su gran amigo y notario, Utterson, no entiende por qué motivo Jekyll planea dejar su fortuna a un tal Edward Hyde, un hombre hasta entonces ajeno del que cuando pregunta solo recibe malas referencias. Jekyll reconoce sentirse obligado con Hyde y Utterson sospecha que su amigo es víctima de un chantaje. 

Escribe, Roberto Luis
No es necesario que sigamos hablando del argumento de esta celebérrima novela corta, pues raro sería encontrar a alguien, independientemente de su edad, que no conozca El extraordinario caso del doctor Jekyll y míster Hyde, relato que ya antes de su publicación estuvo acompañado de escándalo, pues se dice que el propio Robert Louis Stevenson  quemó su primer manuscrito, aterrado por el tipo de historia que estaba creando. Por suerte para todos, la reescribió desde el principio.

Su propio éxito podría considerarse también su mayor tragedia, puesto que cuando nos embarcamos en esta lectura lo hacemos conociendo la identidad de Hyde, que, sin embargo, es un misterio hasta el mismo final de la novela. Es una lástima que, estando tan deliciosamente construida para dejarte con la boca abierta al final, por su fama esto ya no es posible. 

Sin embargo, eso no le resta para nada encanto, pues a pesar de que el giro argumental es asombroso, no es menos impresionante su estilo narrativo y, especialmente, destaca su carácter alegórico sobre la naturaleza humana, sobre el bien y el mal. 

Ya adentrándonos en spoilers que, como hemos dicho, no pueden considerarse como tales, queremos destacar una concepción que entendemos equivocada del personaje, como suele ocurrir con todos los clásicos que han pasado a formar parte de la cultura popular de una forma alterada por sus numerosas adaptaciones, no siempre acertadas.

A raíz de esto se ha perpetuado la idea de que la pócima desarrollada por el doctor proporciona al que la consume una personalidad completamente nueva y volcada únicamente a hacer el mal. 

Pero si nos acercamos a la novela dejando a un lado las ideas preconcebidas y dispuestos a conocer la historia desde cero, descubrimos que esto no es cierto totalmente. El propio Jekyll nos hace saber que Hyde no es una criatura artificial que haya surgido como producto de los experimentos, sino que ha formado parte de la persona desde su nacimiento y que el verdadero propósito de la pócima es liberar los rasgos de la personalidad que mantenemos ocultos.

Todo el mundo puede matar. Todo el mundo puede hacer daño. Todo el mundo puede ser increíblemente grosero. Pero la mayoría intenta contener ciertas pasiones primarias e instintos para vivir en una sociedad y ser aceptado como miembro de la comunidad. 

Y eso es lo verdaderamente terrorífico. Todos tenemos un Hyde dentro de nosotros. Agazapado, dispuesto a salir en el momento en el que tengamos las defensas más bajas o amparados bajo el manto del anonimato. Que estas pasiones oscuras se nos hagan incontrolables, o que lo sean para alguien al que teníamos por normal, es una idea que nos perturba y nos incomoda, porque todos lo hemos temido en algún momento.

Y, en cambio, qué diferente sería si esta poción se le administrase a los peores criminales. Continuando con las explicaciones de Jekyll, el lado menos desarrollado de su personalidad, en este caso la más bondadosa, saldría a la luz. 

Con estas reflexiones, finalizamos nuestro tercer Mes del Terror. Esperamos que hayáis tomado nota, no actuéis como los pacatos victorianos que destruyen sus mejores relatos de terror: Compartid los vuestros con nosotras y animaos a leer los que aquí os hemos dejado.

viernes, 23 de octubre de 2015

El rostro

¿Cuántas cosas existen que pueden causar terror? Hay muchas discusiones con respecto a qué arquetipo del horror inspira un mayor miedo. Discusiones por todas partes: momias, vampiros, hombres lobo, muertos vivientes, demonios... y sin embargo, estamos tan empeñados en buscar el terror en lo sobrenatural que olvidamos lo que de verdad, incluso al más aficionado a este género, puede aterrorizar.

Las pesadillas.

¿No es irónico? Estamos tan acostumbrados a centrarnos en lo sobrenatural, en lo que por lógica damos por hecho que no es sino una fantasía creada a propósito para provocarnos rechazo, que olvidamos que existen terrores nocturnos en la vida real de los que ninguno de nosotros estamos libres. Por supuesto, hay otros motivos de horror en el mundo que nos rodea: la maldad está presente en forma de cacos, agresores, asesinos... pero uno puede pasar por la vida sin encontrarse con uno de ellos. Sin embargo nadie está a salvo de tener pesadillas.

Freddy sí que me daba pesadillas
Las pesadillas están tan presentes y son tan variadas que han inspirado varios libros e incluso hubo una serie de terror juvenil tanto televisiva como en forma de libros con ese título... uno de los íconos del terror, Freddy Krueger, se mueve entre los sueños de los jóvenes para vengarse por fechorías pasadas. Sin embargo, no es éste el personaje del que habla el relato de esta semana.

Si algo hace particular a E. F. Benson como autor del género de terror es su necesidad de explicar y desvelar llanamente y sin aspavientos el misterio que envuelve la historia. La tensión de sus personajes rara vez es compartida por el lector ya que desde el principio solemos tener una idea de qué atormenta a los protagonistas. Pero no es el caso de El rostro.

Hester Ward es una mujer sencilla, casada y con dos hijos que presume de tener una vida plena y maravillosamente feliz. No hay nada que pueda desear y sin embargo... hay una tormenta desatada en su mente. Y todo por un sencillo sueño. Durante toda su vida, siendo niña, Hester ha tenido el mismo sueño en el que recorría el mismo paisaje hasta llegar a un cementerio abandonado. Una vez ahí el sueño termina, pero solo para continuar a la noche siguiente con la aparición de un rostro que siempre le ha prometido que, cuando crezca, irá a por ella. Mucho ha pasado desde la última vez que lo tuvo, pero ahora el primer sueño ha reaparecido y teme la noche que está por llegar. Y no en vano, pues en esta ocasión el rostro le promete que pronto estarán juntos... un rostro que poco después identifica en un retrato de hace doscientos años.

No diré más, pues a partir de aquí se desarrolla todo el misterio. Reconozco que leí el libro con la seguridad de que pronto descubriría qué ocurría con aquel hombre misterioso de los sueños de Hester, para qué la quería y cuál sería el final. A menudo Benson nos deleita con finales felices, un caso extraño en los relatos de terror... pero me atrevería a decir que aquí, con este breve cuento, el autor se saltó todas las normas que caracterizan su estilo.
El retrato, al parecer, era un Van Eyck
Y quizá sea por eso por lo que me recorrió un escalofrío cuando solo me quedó el consuelo de elucubrar sobre qué demonios había pasado en esta historia en la que todo parece tener mucho sentido y, justo al final, sientes la realidad quebrarse por completo.

Igual que al despertar de una pesadilla.

sábado, 17 de octubre de 2015

La araña

En un pequeño hotel parisino ocurre un hecho extraño: tres hombres se han suicidado en la misma habitación. En ningún caso se encontró ningún tipo de nota, ninguno de los tres hombres tenía aparentes motivos para quitarse la vida (el tercero fue el agente que investigaba las muertes anteriores), los tres se han ahorcado con el cordón de la cortina, y lo que es más curioso: los tres se quitaron la vida en sábados sucesivos a la misma hora. Tras esto, la habitación queda vacía hasta que un joven estudiante, ante la promesa de alojamiento gratis si coopera con la policía en la resolución del caso, vuelve a llenar la habitación. Pero en lugar de buscar pistas, el estudiante prefiere observar a la bella joven que hila en el edificio de enfrente y, también, a las arañas que vagan por la habitación.


Las arañas son unos de los seres más escalofriantes que se me ocurren. Ya sea por su inquietante apariencia, su forma de moverse, o la posibilidad de recibir un pinchazo de un aguijón ponzoñoso, la mayoría de los seres humanos preferimos evitarlas en la medida de lo posible.

No es, por tanto, de extrañar que hayan inspirado el relato que hoy presentamos, La araña. Sin embargo, para mi sorpresa, esta criatura apenas está presente físicamente en el relato. La mayor parte del mismo son las anotaciones que el estudiante lleva a cabo en su diario, donde cada vez ocupa más páginas la joven hilandera a la que románticamente se refiere como Clarimonde. Aún así, la presencia, por escasa que sea, del mencionado artrópodo, enriquece enormemente la atmósfera inquietante y desapacible que se vive en el cuarto del estudiante, por mucha importancia que este quiera restarle.

Su obsesión por Clarimonde, lejos que parecer enternecedora, no deja de ser indicio de que realmente algo sobrenatural y oscuro ocurre, más aún si prestamos atención a la condición de hilandera que une a Clarimonde con el venenoso animalillo (para más inri, la raiz de la palabra "araña" en alemán, "Spinne", es la misma que "spinnen", hilar).

Con una obra tan recomendable, alabada por el mismísimo Lovecraft, no hay sino que lamentar que la producción de su autor, el germano H. H. Ewers, quien además hizo importantes aportaciones al cine surrealista de su país, se haya visto marcada por su afinidad con el partido nacionalsocialista. A pesar de ello, creo que es una pena que una producción se pierda por motivos ajenos a su calidad que, en este caso, es bien remarcable.

lunes, 12 de octubre de 2015

Las nupcias de la muerte

Una novela de terror. Si yo os pidiera que mencionarais una novela de terror lo más seguro es que la primera que se os viniera a la cabeza fuera Drácula de Bram Stoker. Y no en vano: se trata de un clásico entre clásicos que ya reseñamos aquí por tratarse de uno de los grandes favoritos de todos aquellos que lo han leído.

No vamos a empezar este especial con el tema de los vampiros que tan en boga está en los últimos años... pero casi. Este especial del Mes del Terror comenzará con un relato del mismo autor, o mejor dicho, un fragmento del mismo. La obra completa se llama La joya de las siete estrellas. A algunos les sonará porque está considerada como la segunda mejor obra de Stoker. Esta vez, en lugar de un vampiro nos encontramos con otro ser igualmente clásico y aterrador, otra figura que es incapaz de descansar eternamente: la momia. 

Reconozcámoslo: el tema de las momias ha sido muy maltratado tanto a nivel literario como cinematográfico. En comparación con otros arquetipos no ha sido muy utilizado y cuando se ha hecho se ha puesto más hincapié en la aventura y el romance que en el propio terror de esa criatura que vuelve de entre los muertos para... ¿qué? ¿Qué puede querer una momia de nosotros? Los vampiros buscan la sangre, los zombies nuestro cerebro, pero ¿una momia?

La dificultad de manejar este arquetipo reside precisamente ahí, en la dificultad para justificar el ataque de la misma. Y sin embargo, Bram Stoker utiliza esa dificultad para envolver todo su relato con una sombra de misterio y duda que no nos abandona en ningún momento. 

Un arqueólogo llamado Abel Trelawny se reúne en su casa con su hija Margaret, el prometido de la chica, Malcolm, y un par de hombres más. El objetivo es sencillo en apariencia y complicado en forma: a través de una mezcla de esoterismo y ciencia, principalmente utilizando la luz eléctrica, pretende reanimar el cuerpo de una faraona egipcia, la reina Tera, que guarda celosamente en su mansión. Poco a poco, la tensión de las preparaciones, los malos augurios y los cambios de humor que se suceden entre los protagonistas contribuyen a crear una atmósfera agobiante.

Hatshepsut, la mujer faraón cuyo descubrimiento inspiró esta obra
Tanto es así, que el final fue censurado. Tal como lo leéis: el final, catastrófico como poco, fue eliminado y se obligó al autor a reescribir un final no ya edulcorado, sino completamente contrario a lo que había concebido en un principio. Un final feliz.

Las nupcias de la muerte, un breve relato incluido en el libro Los cuentos de medianoche de Bram Stoker nos trae de vuelta el final original de la novela. Al leerlo he podido entender por qué pidieron que lo retirara: me encontraba a mí misma sentada en una cafetería mientras leía, removiéndome incómoda en mi asiento mientras trataba de que la gente no notara mi desasosiego. Me quedaba contando las páginas que quedaban para el final. No porque se me hiciera infumable, aburrido, ni nada por el estilo, sino porque la tensión era tanta que no podía creer que la tensión fuera escalando todavía más, que un hombre que ya me había fascinado con Drácula fuera capaz de hacerme sufrir tanto con una atmósfera tan asfixiante y maravillosa. 

Uno cree saber por dónde van a ir los tiros cuando se descubre el extremo parecido entre Tera y Margaret, pero nada más lejos de la realidad. Y sin embargo, quiero hacer notar el hecho de que Bram Stoker, al contrario que la mayoría de sus contemporáneos, hizo aquí lo mismo que en Drácula: reivindicar la inteligencia y la independencia de las mujeres, algo que empezaba a despuntar en su época pero que aún no estaba completamente aceptado.

Cuando todo termina, a pesar de haber estado contando las páginas, tienes la sensación de que necesitas más. Necesitas más explicaciones. Te sientes como el protagonista de la obra, el pobre Malcolm, que no entiende nada y a la vez, no necesita más para saber lo que ha ocurrido. Y como él, lo único que te queda, es pasar página y tratar de olvidar algo que, de todos modos, no dejará de darte vueltas en la cabeza.

domingo, 4 de octubre de 2015

Especial Mes del Terror - III Edición

Tras un verano y parte del otoño recluidas a causa de trabajo, mudanzas y asuntos varios que a nadie le interesan, ha llegado el olor a castañas y a huesos de santo que trae consigo el mes de octubre. Y, con él, el especial Mes del Terror que ya hemos estado haciendo desde hace un par de años.


Aún no estamos asentadas como para actualizar con la frecuencia acostumbrada, hemos intentado hacerlo durante los meses pasados sin éxito. Sin embargo, no queríamos faltar a esta, una de las citas más especiales del año para nosotras.


No podemos asegurar cuatro relatos como venimos haciendo, pero sí que algunas historias terroríficas iremos dejando a lo largo de este mes. Si no podéis esperar a la primera, pinchando cualquier imagen podéis ver todas las obras de terror de las que hemos hablado hasta la fecha.




Y, tras esta escueta introducción solo me queda desearos ¡que paséis mucho miedo!

jueves, 23 de julio de 2015

¡Cinco años!

Quién lo diría, pero nuestro blog tiene ya ni más ni menos que cinco añitos.

Hoy se cumple un lustro de la primera crítica, El retrato de Dorian Gray, que, con tanta ilusión, dio inicio a nuestra aventura literaria por los mares de Internet. Pronto se sumaron muchas otras reseñas y, sin danos cuenta, ya hemos pasado cincuentena.

Empezamos queriendo hablar de nuestros libros favoritos, ya fueran aquellos que nos dejaron huella, como El Silmarillion, El ponche de los deseos, o Peter Pan, o ya siendo algo (aunque tampoco mucho) más maduras, con historias como Fahrenheit 451El gran Gatsby, o El joven Goodman Brown
en nuestra primera juventud, como

Poco a poco, fuimos incluyendo aquellos descubrimientos más sorprendentes para nosotras (Percy Jackson, El Ciclo de la Luna Roja y El océano al final del camino son un buen ejemplo de esto) y, aunque creo que no podemos evitar disimular cuáles son nuestros géneros favoritos, intentamos introducir el mayor número de ellos, siempre que encontremos obras que sean dignas de mención (cosa que, por suerte, tampoco es muy difícil), de ahí que tengamos un catálogo tan dispar (mezclando El asno de oro con La leyenda de una casa solariega, o La máquina del tiempo con País de nieve) y que, por otra parte, nos encanta que así sea.

Pronto tuvimos que introducir algo más que reseñas y comenzar a "premiar" a las obras más impactantes del años con nuestros Premios Koreander, de los que ya llevamos tres ediciones; así como un ciclo anual de recomendaciones terroríficas con los especiales de Halloween de nuestro Mes del Terror que llevamos celebrando desde hace dos octubres. Más recientemente, hemos comenzado a escribir sobre impresiones y anécdotas sobre el mundo literario en un sentido más general. Se sale un poco de la línea que habíamos llevado hasta ahora, pero es algo que sentíamos que teníamos que incluir.

Aunque tampoco hemos podido resistirnos a mencionar alguna que otra decepción (La emperatriz de los Etéreos, El resplandor, o Los Juegos del Hambre), en parte porque necesitábamos compartirlo, en parte también porque vemos necesario que haya de todo para no caer en la monotonía o pecar de "buenas", intentamos no caer en la crítica fácil y hacerlo, si bien desde nuestro punto de vista, aportando algo más que un compendio de quejas, partiendo siempre desde el respeto. O, al menos, es lo que intentamos. 

Y, por supuesto, todos vuestros comentarios y críticas (ya sea hacia los libros o hacia nuestras propias reseñas) han sido y son bienvenidos. ¿Qué es de un blog sin sus lectores y comentaristas? Todos sois parte de Koreander en Bibliópolis ;)

Todo esto, y mucho más, ha pasado desde que, hace cinco años, dos universitarias aburridas comenzasen a escribir en un blog de nombre extraño, pero con mucho significado para ellas. ¡Deseadnos que nos Hombre Grises no nos roben tiempo y podamos seguir, aunque sea, cinco años más!

Y, aunque aquí no hay ningún James, con esta tarta-libro al estilo Ende, nos despedimos.

¡Hasta la próxima entrada, librillos!

lunes, 13 de julio de 2015

Battle Royale

¿Y si os despertarais, junto con vuestros compañeros de clase, en una solitaria isla, rodeada por el ejército, donde un agente del gobierno os explica que formáis parte de un experimento y que debéis mataros hasta que solo quede uno o, de lo contrario, todos seréis irremediablemente eliminados?

Esta es la situación que Koushun Takami nos presenta en su novela Battle Royale, de la que prácticamente todas las hoy en día muy populares entre los adolescentes distopías de supervivencia beben de una u otra manera.  Al igual que estas, Battle Royale es un libro protagonizado por adolescentes y enfocado hacia el público juvenil, si bien su crudeza y trasfondo filosófico son cosas que no he visto reflejadas en ningún otro.

Imagen de la película en la que se muestra a una ganadora anterior.

Según tengo entendido, Takami asegura que ideó a sus personajes de forma que pareciesen cortados por el mismo patrón, de forma que tengas muchos aspectos comunes y se distingan cuando llegue la hora de actuar, de ahí que resulten estáticos. A pesar de esta justificación, los personajes me parecieron excesivamente arquetípicos y planos, cada uno cumpliendo con alguno de los clásicos estándares de la ficción juvenil japonesa, tal y como puede apreciarse en sinnúmero de manganimes enfocados al público adolescente.

Sin embargo, hay que recordar que estamos hablando de cuarenta y dos participantes en el Battle Royale (nombre que recibe el juego-experimento al que someten a los estudiantes). Entiendo que es imposible dar a conocer a todos en profundidad, por lo que el autor haya preferido dar a conocer brevemente la historia de todos ellos, en lugar de recrearse en unas pocas y dejar a los demás chicos como parte del decorado.

Los cuarenta y dos participantes, según la adaptación al manga

Esto es, curiosamente, uno de sus puntos fuertes: Los jugadores no son figuras borrosas, desdibujadas y sin nombre. Conocemos, aunque sea vagamente, cuáles eran sus inquietudes, sus motivaciones. Cada uno reacciona de manera distinta ante la situación (miedo, aceptación, rabia, negación…). No hay que olvidar que los jugadores son conocidos, muchos de ellos amigos. Es interesante cómo Takami los enfrenta a esta situación, podiendo a prueba los miedos y lealtades de los chicos. Es fácil empatizar con la mayoría de ellos. Por eso, cada vez que alguien sale del juego, este se nos hace cada vez más duro a nosotros también. ¿Hasta dónde puede llegar la amistad y la confianza cuando nuestras vidas dependen de ello?

Con todo, apreciar alguna evolución en los personajes con más protagonismo hubiera sido deseable. O, cuanto menos, que no resultasen tan repelentemente perfectos.

El world-building se me hace bastante pobre. Si bien hubiera agradecido que se adentrase un poco más en la situación social o se explicasen mejor los hechos que han llevado a Japón a una situación semejante, entiendo que está contado desde el punto de vista de unos adolescentes. ¿Cuánto saben los quinceañeros del mundo en el que viven?

Mapa de la isla

En cuanto al estilo, podría haber sido mejor. Me ha parecido que el fondo era demasiado grande para la forma y, posiblemente, otras manos podrían haber desarrollado mejor el mundo que nos muestra. Aun así, es suficiente como para que se deje leer sin problemas, y la continua introducción de personajes evita que el interés decaiga.


Terminando ya, solo me queda decir que, si bien tiene varios puntos flojos, es una novela interesante e imprescindible para aquellos que disfruten con las historias de supervivencia, además de una muy buena introducción para los más jóvenes en el mundo de las distopías. Eso sí, los más sensibles deberán abstenerse. 

sábado, 11 de julio de 2015

Tesoros ajados

Ejemplo de tesoro ajado
En primer lugar, quisiera pediros disculpas por el abandono absoluto en el que he tenido sometido el blog. Me gustaría decir que no volverá a pasar, pero como nunca se sabe qué nos espera a cada uno por ahora me limitaré a prometer que he vuelto cargada de ideas para el Koreander.

Algunas son reseñas, como ya sabéis, pero otras... no. Ya os advertimos de que introduciríamos nuevos elementos... y aquí viene uno. Lo advierto, al igual que nuestras reseñas, mis opiniones no son de lo más convencionales. Parecerá extraño que ponga la venda antes de la herida, pero quizá lo entendáis cuando leáis lo que sigue.

Como asidua de las redes sociales que soy, no resulta raro que en Facebook forme parte de varios grupos de aficionados a la lectura. El otro día, uno de los usuarios se atrevió a formular una pregunta que inevitablemente le acarrearía los odios de (casi) todos los miembros del grupo. Bueno, quizá no tanto, pero cerquita estuvo.

"¿Vosotros también pintáis, subrayáis y dobláis algunas hojas de vuestros libros como yo?"

Me pregunto si fue la inocencia o el deseo de abrir debate lo que empujó al muchacho a escribir esta pregunta, pero el resultado fue el esperado... y más.

Prácticamente todos dejaron muy claro que tratan sus libros con extremo cuidado, sin tocarlo ni permitir que nada deje marca en ellos. Lo que me llamó la atención fue que, dentro de cierta educación, las respuestas no estaban exentas de desprecio. Ya el hecho de decir que no, pues ellos tratan sus libros con "extremo cuidado" deja fuera al que pregunta, dando por hecho que no se puede escribir en un libro y cuidarlo a la vez.

Personalmente no suelo escribir en los libros y solía ser muy cuidadosa con ellos. Cuando mis libros se hacían "viejos" los sustituía por nuevas versiones de los mismos. Eso de que se les cayeran las páginas por el uso continuado no me gustaba en absoluto, parecía que no me importaran y que los había maltratado. No, en absoluto quería que nadie lo viera y pensase eso de mí.

En una ocasión, una amiga me dejó una copia de Harry Potter y el cáliz de fuego y en un descuido, mi hermano pintó una única línea negra en una hoja. Esa línea no entorpecía la lectura, pero era un libro pintado y tuve que comprarle uno nuevo a mi amiga. En consecuencia, ya que tenía uno, decidí comprarme la saga entera.

Aquí está el susodicho Paradise Lost
Hoy en día... sí, quizá lo hiciera. Seguramente, sabiendo la actitud de la gente hacia los libros, volvería a comprarles uno nuevo, pero si a alguien le ocurriera con un libro mío, no me importaría. Antes no era así, desde luego. No sabría decir cuándo cambié de opinión, quizá cuando pedí un libro de segunda mano a Amazon para la universidad y llegó con muchas páginas escritas y subrayadas. Al principio me enfadé pero ya en clase descubrí que esas anotaciones me ayudaban a entender la lectura y además introducía en mí ideas y una visión de la historia que yo jamás hubiera tenido por mí misma.

¿No os parece fascinante la idea de leer un libro por ti misma y, a la vez, leer un libro desde los ojos de otra persona por cuyas manos ha pasado ese libro antes? Añade mucho más a la historia en sí misma. Ojo, el libro no era cualquier cosa. Nada menos que El Paraíso perdido de John Milton. Es sumamente complicado y me alegró contar con más de una visión sobre las ideas que en él se exponen.

Desde entonces, en mis libros favoritos, voy añadiendo señaladores de frases o párrafos que me han marcado o incluso post-its con ideas y reflexiones sobre diferentes momentos de una historia. Tengo muy mala memoria incluso para mis más geniales ideas que, reconozcámoslo, no son tantas... así que más me vale no olvidarlas. Las escribiría directamente en los libros pero me gusta prestarlos y sé que no le es agradable a todo el mundo.

Puedo entender que a la gente no le guste doblar páginas, a mí tampoco. O que no les guste escribir en ellos. Pero había personas en aquel grupo que presumían de forrar todos sus libros como hacían con los de texto del colegio. Algunos afirmaban que no consentían ni que se los firmara el autor.

La razón es la de siempre "un libro es un tesoro". ¿Estáis de acuerdo con eso? ¿En serio?

Yo no.

Por muchas razones, pero principalmente porque creo que tendemos a confundir conceptos en esta sociedad nuestra tan apegada a las cosas materiales. Un libro no es un tesoro, para nada, ni el de Belén Esteban ni el de John Milton.

Un libro es el cofre que encierra el tesoro.

Tendemos a creer que ese formato es un tesoro, pero no, esas páginas no son importantes. Ese lomo puede estar arrugadísimo y da igual, es lo mismo que uno nuevo e impoluto. Lo importante, el verdadero tesoro, el oro está en las ideas que se han plasmado en ellos. Las emociones, reflexiones e historias que han sido impresas y que lo mismo da si las memorizamos que si las cantamos o si las grabamos en una tabla de madera mohosa. Eso es lo importante y el mensaje es el mismo en uno que en otro.

Cada vez que veo una colección de libros inmaculados, me da mala sensación. ¿Es que nadie ha leído esos libros? Recuerdo a una amiga que no se llegó a leer un libro por miedo a arrugar el lomo, optó por pedirlo en la biblioteca porque ese, claro, daba igual. No era su libro. Se leyó la historia pero su libro sigue ahí, sin que nadie lo toque más que para quitarle el polvo de encima. Es triste pensar en lo solo que está. Es un fracaso absoluto, nadie abrirá esas páginas, nadie las leerá ni desarrollará ideas o elucubrará sobre lo que pasará. nadie pondrá horas de emoción en él.

Yo tengo un ejemplar de obras de teatro de Racine sobre las que cayó una lata de coca-cola zero. Ese libro estuvo secándose días frente a la ventana para que se evaporara todo. Conserva ese tono oscurillo y una ondulación muy característica en sus páginas que detesté rápidamente... y que ahora adoro. Porque recuerdo cómo y por qué pasó. Ahora podría distinguir mi ejemplar entre mil de la misma edición. Recuerdo las horas leyendo a Fedra al sol de Jerez mientras esperaba un autobús y el susto que hizo que se derramara la coca-cola sobre él.

El Silmarillion y todo Tolkien, vaya.
Tengo libros en mi estantería que no he tocado y se nota. Pero todo el mundo sabe que El Silmarillion me lo he releído mil veces por el desgaste de la sobrecubierta.

No sabría expresarlo, pero entre mi libro empapado pero lleno de historia y un libro muerto y perfecto sé perfectamente lo que escojo.

Mil veces prefiero mis libros, mis tesoros ajados.

¿Y vosotros? ¿Tenéis a vuestros libros en un altar o cargan marcas de vuestra historia en común? Contadme cuáles tienen más señales de vuestro amor ahí abajo.

lunes, 8 de junio de 2015

Detalle...

Buenas tardes a todos.

Sé que hemos desaparecido de la blogosfera sin avisar, pero para nosotras están siendo unos meses de lo más caóticos (por motivos distintos, claro). No teníamos intención de dejar aparcado el blog de esta manera, ni es nuestra intención dejarlo así mucho más, pero no ha podido ser de otra forma.

Hoy no haré tampoco una reseña, pero sí puedo dejaros una entrada rápida, para que quede claro que no nos hemos ido del todo y que tenemos ganas de sacar un rato libre para escribir y compartir con todos nuestros libros favoritos (o no tan favoritos).

Hace unos días, pasé por la biblioteca de mi pueblo, buscando algo ligero que pudiera leer en el tren. Echando un vistacillo por aquí y por allá, me encontré con el libro de la imagen. Se trata de un recopilatorio de cuentos de terror clásicos, seleccionados por el autor italiano Italo Calvino, actualmente descatalogado.

La cubierta...


...y el índice.

Lo abrí para ver qué títulos componían el compendio. Y, en el reverso de la tapa, encontré algo que me dibujó una sonrisa.



Antes, los libros de esta biblioteca tenían pegados en el interior de la tapa, una especie de sobre donde iba la ficha de los préstamos. Durante bastante tiempo, esta recomendación de, seguramente, la persona que donó el libro ha estado oculta. Por suerte, la informática ha permitido que el detalle que su dueño tuvo para los potenciales lectores vuelva ha ser visible.

Hasta la próxima.

miércoles, 18 de marzo de 2015

El océano al final del camino

Reconozco que comencé a leer El océano al final del camino con cierto recelo, por no decir con bastante. Estaba intrigada por leer finalmente algo de Neil Gaiman, ya que desde hace algún tiempo no he dejado de oír alabanzas al autor británico. Sin embargo, estos halagos solían venir de unos acérrimos fans que… bueno, son acérrimos. Y ya sabemos que cuando admiramos mucho algo solemos ser incapaces de verlo con objetividad. Pero finalmente saqué el libro de la biblioteca, dispuesta a darle una oportunidad.

Y me encantó.

Es complicado hacer una sinopsis sin revelar demasiado de la trama, ya que, aunque se plantea sencilla como un cuento infantil, es un tanto surrealista y tiene un fondo mucho más complejo de lo que en principio aparenta. Diré que el protagonista, un hombre adulto, regresa al lugar donde pasó parte de su infancia. Allí, recuerda repentinamente el extraño y espeluznante encuentro que tuvo a los siete años con criaturas de otro mundo.

Con agilidad y fluidez, Gaiman nos sumerge en la mente de un niño, cosa que no es precisamente sencilla; ya se sabe que los niños y los adultos no ven el mundo de la misma forma. Sin embargo, el candor y la inocencia que rezuman durante toda la parte del relato en la que el protagonista “vuelve” a sus siete años es prácticamente perfecta, dándosele importancia a todos aquellos acontecimientos que tendrían más relevantes para un infante y solo esbozando las cosas que no le resultarían interesantes o no sería capaz de comprender…

Fanart del libro.
A pesar de su carácter tierno, no por ello carece de una parte tétrica. La presencia en este que algo que no debería estar está muy lograda. La tensión está presente en todo momento y es fácil sentir el miedo y la inseguridad que siente el pequeño cuando entra en contacto con este ser.

Si bien los elementos fantásticos sean abundantes, son desde luego son muy imaginativos. La identificación del estanque que hay junto a la casa de la enigmática niña Lettie con un océano me pareció brillante, no solo por lo que llega a suponer, sino porque es algo que, una vez más, casa perfectamente con la mente de un niño. Para un adulto, un estanque nunca puede ser un océano.

Creo que por este tipo de cosas es por lo que es tan fácil identificarse con el pequeño protagonista. Todos hemos sido niños alguna vez. Sabemos lo que es que nuestra infantil y fantasiosa visión del mundo se mezcle con la realidad de las personas mayores, hasta llegar al punto en el que ya no estamos seguro de su las cosas ocurrieron tal y como las recordamos... ¿Esos recuerdos ocurrieron realmente? ¿Son como los recordamos? ¿Ha pesado más lo que experimentamos o lo que nos enseñaron a creer los mayores?

A decir verdad, creo que esta dispersa línea entre la realidad y la ficción a causa del punto de vista de un chiquillo, denota ya una cierta inspiración en Alicia en el País de las Maravillas... Que es cada vez más clara a medida que se va leyendo.

Una novela corta y aparentemente sencilla, fácil de leer y terriblemente adictiva que es perfecta tanto para niños valientes como para adultos en los que sigue habiendo un niño. 


Por cierto, he visto alguna que otra queja sobre las notas de la traductora, Mónica Faerna,  cuando cita la obra de Carroll, o mejor dicho, las traducciones, ya que dicen que les incomodan la lectura. Siento decirles que, de no haberlo hecho, la traductora, cuyo trabajo me ha parecido fantástico, podría meterse en serios problemas legales, ya que apropiarse del trabajo de otra persona es un delito importante. 

viernes, 6 de febrero de 2015

Reto: Viajar leyendo

Posiblemente hayáis visto hay este reto en varios blogs de literatura en los que también hacen reseñas de libros, pero para todos aquellos que no lo conozcan vamos a hacer un pequeño resumen:

Durante todo el año los participantes tendrán que leer un libro por mes, en el orden que prefieran, con la particularidad de que cada uno de estos libros debe pertenecer a un país diferente, pero siempre dentro de la lista que se ofrece. Para más detalles o simplemente para consultar la lista de países, aquí os dejamos el link a Readings in the North, blog donde se inició este reto. Esta lista cerrada nos ha limitado más de lo que parece a simple vista, pero un reto es un reto y no nos amilanamos ante nada. Antes que nada, debemos especificar que tanto Violeta como yo hemos escogido países y autores diferentes. Autores que, dicho sea de paso, hemos procurado no haber leído antes (¡reto doble!).

Aquí van las elecciones de Estefanía:

Viajamos por Europa:
Estefanía según Violeta             
Portugal: José Saramago
Francia: Jean Racine
Alemania: Hermanos Grimm
Hungría: Imre Madách
Irlanda: George Bernard Shaw
Italia: Umberto Eco

Viajamos por África:
Argelia: Albert Camus

Viajamos por Asia:
Japón: Oe Kenzaburo
India: Rabindrath Tagore

Viajamos por Oceanía:
Australia: Anna Maria Bunn

Viajamos por América:
Colombia: Fernando Vallejo
Canadá: Steven Erikson


Y este es el reto de Violeta:

Violeta según Violeta
Viajamos por Europa: 
Francia: Pierre Choderlos de Laclos 
Alemania: Herman Hesse
España: Ana María Matute
Italia: Italo Calvino 
Finlandia: Arto Paasilinna 
Irlanda: Jonathan Swift

Viajamos por América:
Estados Unidos: Brandon Sanderson
Colombia: Gabriel García Márquez

Viajamos por África:
Nigeria: Chinua Achebe

Viajamos por Asia: 
Japón: Yoko Ogawa 
Rusia: Aleksandr Solzhenitsyn

Viajamos por Oceanía:
Australia: Thomas Keneally


¡Y a ver cómo se nos da!
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